Defender la necesidad de la revolución comunista, en un mundo donde está completamente ausente el horizonte emancipatorio, es el gran reto que nos ha tocado afrontar a los militantes comprometidos hoy con la revolución social. Nos toca construir comunismo en tiempos difíciles. No sólo es que entre la mayoría de las amplias masas trabajadoras ni se figure mínimamente en su imaginario la posibilidad real de la revolución social, como alternativa al monótono y aplastante discurrir de la sociedad capitalista, sino que, lo que es aún peor, entre la vanguardia del proletariado hay actualmente una enorme confusión en torno a cuestiones fundamentales de estrategia, organización y táctica revolucionarias necesarias para preparar la revolución comunista.
Esta situación tiene su profunda raíz en la derrota del comunismo el siglo pasado, experiencia traumática de la que todavía el proletariado revolucionario no se ha repuesto. El fin del Ciclo de Octubre tiene graves implicaciones a las que los comunistas de todo el mundo debemos prestar seria atención si queremos retomar un trabajo correcto en la dirección revolucionaria. Entre esas implicaciones, la más elemental, se encuentra el hecho de que el marxismo que nos ha sido legado por el pasado ciclo revolucionario sea en cualquiera de sus formas ideológicas, no es operativo para la continuación de la Revolución Proletaria Mundial (RPM).Como consecuencia práctica de ello, la realidad nos fuerza a poner en primer plano el problema de la ideología revolucionaria, la necesidad de la reconstitución ideológica del comunismo, como primer instrumento estratégico de la Revolución comunista.
Siendo este problema ideológico la gran primera preocupación de la Línea de Reconstitución (LR), se comprende que para la Redacción de Adelante no han pasado desapercibidos los recientes debates estratégicos habidos a lo largo de este último año entre diversos destacamentos de la vanguardia del Movimiento Comunista del Estado español (MCEe)[1]. Pues algunos de los contenidos de estos debates[2] atañen directamente a cuestiones centrales de la Línea General de la Revolución Proletaria -es decir, al Plan estratégico de la Revolución-, cuya discusión en lucha de dos líneas para la reelaboración universal del marxismo es para la LR una prioridad de primer orden. No podemos más que celebrar que estos debates se produzcan con cada vez mayor asiduidad y profundidad por distintos destacamentos, pues es buen síntoma de salud, en estos tiempos de derrotismo ideológico, que parte de la vanguardia procure tratar conscientemente los problemas concernientes a la teoría revolucionaria como premisa para generar movimiento revolucionario. Nosotros animamos a hacerlo y continuar la discusión con el mayor rigor científico posible.
Entre esos elementos centrales de Línea General, quisiéramos destacar especialmente los siguientes: la discusión acerca del Partido Comunista de masas y el Partido Comunista de vanguardia (o de Nuevo Tipo). Pues en esta polémica, que atañe a lo más hondo de la naturaleza del Partido Comunista, se concentra el problema de qué tipo de Partido es necesario construir para el nuevo ciclo de la RPM y cómo se reconstituye dicha relación social –entre movimiento obrero y socialismo científico- en el seno de la clase proletaria en las actuales condiciones de descomposición del movimiento obrero y de liquidación del proyecto comunista; en segundo lugar, la relación dialéctica entre Estrategia y táctica en una línea política independiente de la vanguardia. En el correcto ajuste entre objetivos estratégicos y medios tácticos está la conformación de una táctica-Plan que permite dotar de un hacia dónde consciente el qué hacer de la vanguardia; por último, la relación entre el movimiento espontáneo de resistencia del proletariado y la generación de movimiento comunista revolucionario. La tentación oportunista a construir el Partido desde el movimiento espontáneo de masas es siempre una pulsión latente en la vanguardia que cercena su iniciativa. Nosotros defendemos que la delimitación de las tareas de los comunistas, independientemente del estado de ánimo de las masas, es lo que posibilita un planteamiento auténticamente independiente.
Con el ánimo de contribuir a la discusión ideológica de estos elementos de Línea General, en el presente artículo plantearemos preliminarmente nuestro punto de vista acerca de los problemas suscitados conectándolos con nuestra propuesta política. En el nº0 de Adelante, ya adelantábamos, a grandes rasgos, que nuestra propuesta se centra en discutir fundamentalmente acerca de la definición de la organización revolucionaria, de sus principios universales y del tipo de organización necesaria para la lucha de clases revolucionaria en un plano general, y en particular, a lo que se refiere a esta fase de preparación de la revolución que implica necesariamente la reelaboración colectiva del marxismo por la vanguardia del proletariado. Dicho esto, anunciamos que próximamente publicaremos un siguiente número de Adelante que versará sobre este nudo gordiano de la Línea General de la revolución en conexión con la experiencia histórica del Ciclo de Octubre.
Para la LR, es bien sabido, que la tarea fundamental que se propone para esta etapa de preparación de la Revolución es el Balance integral de la experiencia revolucionaria del Ciclo de Octubre, es decir, de la praxis revolucionaria de las masas proletarias que transformaron profundamente el mundo en el siglo pasado bajo la guía del marxismo revolucionario.Este Balance no consiste en dar respuestas de la teoría para la teoría, sino de la teoría para la práctica, para orientar la actividad práctica del comunismo revolucionario que permita transformar la realidad social que nos rodea –aunque actualmente dicho radio de acción social sea reducido por la ausencia de Partido Comunista y nuestra principal arma sea la crítica revolucionaria. Por otro lado, este Balance no puede ser resultado exclusivo de la elaboración de un único destacamento de vanguardia, exponiendo al final de su trabajo interno los resultados ideológicos obtenidos y tomándolos por concluidos, pues la reconstitución ideológica es la contraparte de la construcción de la vanguardia, es decir, la hegemonía del marxismo-leninismo en reconstitución se logra a la par que se crean las relaciones político-organizativas que le dan base material. Es por ello, que en estas páginas no pretendemos dar respuestas finiquitadas y definitivas, sino que intentaremos aportar interrogantes y comenzar a orientar las respuestas que necesitamos poner en discusión, en lucha de dos líneas, para el esclarecimiento de la Línea General en el marco más amplio del Balance del Ciclo de Octubre. El problema de la organización revolucionaria, a la vista de la disgregación y confusión ideológica de la vanguardia, entendemos que es una necesidad práctica de la vanguardia revolucionaria que entraña un problema ideológico de carácter universal para la concepción comunista, a la que es necesario dar respuesta para continuar la senda de Reconstitución del Comunismo.
En relación con todo esto, hace un par de semanas fue publicado en la revista digital Contracultura un artículo de Mario Aguiriano[3], figura destacada del Movimiento Socialista (MS), donde el autor discutía con el partido Anticapitalistas sobre la lectura que su organización hace del escenario político actual. Por nuestra parte, aunque tenemos reservas con los términos y motivaciones que llevan al MS a establecer la discusión con la socialdemocracia como un objetivo estratégico actualmente, creemos que el artículo sí plantea concepciones, objetivos y tareas relevantes sobre puntos que tocan de lleno la médula espinal del comunismo en reconstitución. Más en particular, consideramos que este artículo contiene ideas claras y concretas acerca de la concepción del Partido que se pretende construir desde el MS, así como de las tareas específicas que en consecuencia se delinean para ello, al menos desde el punto de vista del autor. Intentaremos aquí discutir esos elementos centrales para la rearticulación del proyecto comunista con preguntas y conclusiones, que no son más que los resultados que creemos que ha ido atesorando la Línea de Reconstitución en casi 30 años de Balance en torno a la experiencia de la lucha de clases del proletariado.
¿Alternativa política de la clase trabajadora o Referente de vanguardia marxista-leninista para afrontar la Reconstitución ideológica del comunismo?
Entrando directamente en harina, creemos que para empezar es importante señalar quelos objetivos políticos y las tareas que Mario Aguiriano señala en el documento se derivan de un determinado análisis sobre el estado de fuerzas actual del comunismo. Es importante discutir este enfoque porque los planteamientos que propone se siguen del mismo, y nosotros consideramos que hay una valoración cuanto menos incompleta de la situación histórica y política en la que nos encontramos.
Por comenzar desde algún punto concreto, entendemos que la consigna que el MS está planteando a la vanguardia desde hace algunos meses sobre la urgencia actual de construir una alternativa política[4] no se corresponde, ni con las necesidades actuales del Comunismo en el Estado español, ni tampoco con el momento en que se encuentra el campo revolucionario de la vanguardia por estas tierras. Es más, en nuestra opinión, resulta contradictorio intentar hacer un esfuerzo por clarificar y discutir elementos centrales de la cosmovisión revolucionaria -tal y como parece que intenta hacer el artículo-, y, al mismo tiempo, aplicar una línea política que no está en relación con ese aparente reconocimiento de ausencia de certezas teóricas sobre cómo reemprender la revolución proletaria. No resulta coherente, desde el punto de vista de los objetivos y los medios, que Mario y el MS, mientras defienden la necesidad de trabajar por "la confrontación abierta entre puntos de vista, la clarificación política y la crítica rigurosa de nuestro legado histórico"[5] , promuevan al mismo tiempo una línea política orientada, en la práctica, a conquistar sectores de la vanguardia práctica de las luchas de resistencia de la clase. Necesariamente, el trabajo de reelaboración y discusión en torno a los fundamentos teóricos de un nuevo horizonte de revoluciones es una tarea que convoca, ante todo, a los comunistas, a los militantes revolucionarios y a aquellos sectores que se plantean, de una manera o de otra, cómo transformar el mundo; y, por tanto, cuyo radio de actividad debe ser principalmente la vanguardia teórica de la clase. ¿Cómo es posible lograr una unificación efectiva entre teoría y práctica bajo las condiciones actuales del comunismo en reconstitución, si al mismo tiempo que se busca, de algún modo, actualizar la ideología proletaria se propone una línea política y una línea de masas que contradicen ese objetivo, pugnando de tú a tú con la socialdemocracia? En realidad, si hablamos del importante trabajo teórico que todavía debemos de hacer para rearmar la conciencia revolucionaria y, a la vez, consideramos que el objetivo político actual es la conquista de la vanguardia práctica -los dirigentes naturales y más consecuentes del movimiento espontáneo-, estamos aceptando proponer a las amplias masas de la clase una propuesta política que hoy por hoy no puede ser revolucionaria. Y no es revolucionaria porque las tesis ideológicas desde las que se plantea son insuficientes desde el punto de vista de las necesidades actuales de la revolución, necesitan ser seria y profundamente reelaboradas.
Este estado de postración teórica y política, sin precedentes en la historia del comunismo, es una realidad desde el final del Ciclo Revolucionario de Octubre, que marcó el cierre de toda una etapa de revoluciones iniciada con la Revolución bolchevique. ¿Por qué durante el Siglo XX no lo estuvo? Precisamente gracias al ingente trabajo de elaboración doctrinaria y construcción política de los primeros albores del Comunismo, que permitieron erigir al marxismo como la teoría y el movimiento capaz de responder a las necesidades de transformación social del proletariado. La vanguardia sabía qué horizonte tenía, qué debía hacer para alcanzarlo y qué medios necesitaba para ello. Las fuerzas revolucionarias, dirigidas por el bolchevismo, habían recogido y elaborado todo un paradigma ideológico y político que les permitía operar a escala internacional.
¿Es posible afirmar que la situación actual se acerca a este escenario? En nuestra opinión, desde luego que no. Tras la caída del Muro de Berlín, que marcó el colapso definitivo —aunque, esperemos, transitorio— del comunismo como proyecto político universal, luego de décadas de progresivo retroceso, la vanguardia proletaria no ha dejado de dar tumbos, errando una y otra vez en su rumbo. Básicamente, el esquema que la vanguardia ha hecho suyo como manera de relanzar la revolución en la actualidad se corresponde con la fórmula siguiente: acumulación de fuerzas de masas mediante la estimulación constante del movimiento espontáneo desde consignas economicistas y sindicalistas . La vanguardia ha aceptado que el centro de su actividad política debe ser el movimiento espontáneo, y, por tanto, sus tareas están sujetas en todo momento al estado de aquel, por mucho que se le yuxtaponga la idea de la importancia de la teoría para el marxismo. Así lo intenta explicar Mario en su artículo contra el evidente oportunismo de Anticapitalistas:
“Aquí tenemos una versión de la vieja tesis economicista que reduce el papel de los comunistas a ser buenos sindicalistas. Afirmar que los marxistas, ante todos los desafíos del presente, deben concentrar todas sus energías en una lucha sindical (y por lo tanto sectorial) concreta es simplemente decir a los marxistas que dejen de serlo. Es quitarles aquello que los hace marxistas.”[6]
Podría ser este un buen ejemplo de cómo los comunistas han tratado siempre de combatir, frente a todas las corrientes arribistas en el seno del movimiento obrero, los intentos por rebajar el trabajo comunista a un trabajo espontaneísta y economicista, reducido a la estimulación constante de los movimientos de resistencia de las masas trabajadoras. Es decir, que el trabajo comunista, tal y como lo entendemos en la actual fase de preparación de la revolución, es ante todo un trabajo por constituir, lucha mediante, un espacio propio de vanguardia, independiente de todos los embaucadores que tratan de reducir la organización revolucionaria a una mera comparsa de las luchas económicas de la clase.
Si, en términos generales, es esto justo, ¿por qué entonces podemos encontrarnos, en otros pasajes del artículo, afirmaciones como las siguientes, donde entendemos se intenta plantear cómo debería ser esa “alternativa política” que propone el MS?
“Porque –y aquí está la cuestión clave– lo que los marxistas tienen que ofrecer a los movimientos de masas no es (solamente) una serie de luchadores entusiastas. Es, ante todo, un proyecto político integral, encarnado en organizaciones políticas revolucionarias, y con él un objetivo final. El propósito de los marxistas no es que los movimientos de masas “avancen” en abstracto. Es fundir el socialismo con esos movimientos. Y eso requiere construir organizaciones de partido, requiere proponer un programa, requiere extender la conciencia socialista, elevando las preocupaciones sectoriales y las luchas económicas al nivel de la lucha política contra el orden capitalista. Ninguna de estas tareas puede realizarse disolviéndose en los movimientos de masas. Y tampoco basta con atenuar esa disolución creando pequeñas organizaciones políticas orientadas a hacer seguidismo de todo movimiento espontáneo. Deben construirse, por el contrario, grandes organizaciones políticas de masas, lo que impone tareas específicas que en ningún caso pueden reducirse a ser el mejor sindicalista de vivienda, el miembro más entusiasta de tu asociación de vecinos o el más tenaz luchador de la plataforma contra el cierre de ambulatorios. No es que estas tareas sean incompatibles con serlo, en absoluto, y de hecho si no cuenta con esta clase de efectivos cualquier organización marxista flaqueará. Pero sí son incompatibles con la pretensión de reducir la intervención de los comunistas a ello, por el sencillo motivo de que la pretensión misma borra estas tareas.”[7]
Aquí es muy relevante para lo que sigue, como hemos tratado de explicar antes, que el estado actual de la teoría revolucionaria y de disgregación de la vanguardia hace imposible plantear algo así como “grandes organizaciones políticas de masas”. Insistimos en que aquí hay un problema fundamental en torno hacia dónde se quiere ir: es necesario que la vanguardia esclarezca la fase actual de la revolución por la que está transitando. Según las tesis de la Línea de Reconstitución que nosotros defendemos, nos encontramos en un periodo de preparación política de la misma, concretamente en la fase de defensiva política estratégica, caracterizada por la acumulación de fuerzas de vanguardia, y definida por la reelaboración integral del marxismo en lucha de dos líneas y la construcción de un movimiento de vanguardia prepartidario en torno a quienes defienden ese comunismo en reconstitución. Y creemos que somos coherentes con ello en el trabajo político que intentamos realizar. Si nos tomamos en serio el combate contra el espontaneísmo, es necesario que la vanguardia cuente con una táctica-Plan que defina con exactitud cuáles son las fases que debemos de ir atravesando y las herramientas que debemos construir para cumplir el objetivo de relanzar la revolución socialista. ¿En qué punto cree Mario y, por tanto, el MS, que nos encontramos actualmente? ¿Cómo es posible justificar un trabajo de tan amplia escala social, de construir “grandes organizaciones políticas de masas”, bajo las condiciones actuales? ¿A dónde se quiere conducir o a dónde se pretende que lleguen estas grandes organizaciones de masas si en el marxismo actual conviven una serie de planteamientos teóricos ora variopintos, ora contrapuestos, algunos de ellos inservibles para un futuro comunista? ¿A una insurrección, a un “poder” consejista que cohabite con el Estado burgués, a un Estado socialista, a un Estado-comuna…? ¿A dónde conducimos a los sectores a los que nos dirigimos ante la falta de “clarificación ideológica”?
Por otro lado, contar con la mencionada táctica-Plan nos permitirá hablar de manera más precisa al conjunto de la vanguardia y, sobre todo, de cómo cumplir los objetivos. No se trata de formular generalidades como “construir organizaciones de partido (…) proponer un programa, (…) extender la conciencia socialista”, sino de qué herramientas, qué medios necesitamos para ello, y de cómo vincular la táctica con la situación estratégica en que la vanguardia se encuentra. Propugnar estas consignas tan generales (y en el orden incorrecto) es, prácticamente, como no decir nada. Por ejemplo, la “conciencia socialista” -término que, ante la mencionada falta de clarificación ideológica en el campo de la teoría marxista revolucionaria, es inevitablemente vago-, no puede extenderse hoy en los términos que propone el MS -esto es, de manera generalizada a escala social-… ¡porque se encuentra mayoritariamente desmantelada! Como hemos explicado, si la teoría marxista es hoy en su forma hegemónica un conjunto ecléctico y amorfo de planteamientos que llevan el sello de todo el desarrollo social del siglo pasado; si dicha “conciencia” es inoperativa para generar revolución todo lo que se “extienda” ahora mismo más allá de la capacidad de actualización de la vanguardia será, básicamente, revisionismo. Y si esto es así… ¡cómo va la vanguardia a tener la capacidad para proponer un programa revolucionario! El programa, desde el punto de vista del marxismo, es la vinculación de las necesidades concretas de la clase con el horizonte estratégico del comunismo, y requiere la previa constitución del Partido Comunista, de la fusión estratégica de vanguardia y masas. Además, consideramos que plantear estas consignas, que abordan objetivos tan fundamentales para nuestra clase, de manera tan poco precisa y rigurosa, es un ejemplo más de cómo el marxismo hegemónico defendido por los comunistas no está actualizado desde el punto de vista de la práctica revolucionaria. Y subraya la necesidad estratégica actual de que el comunismo, antes de proponer consignas como “extender la conciencia socialista”, “construir organizaciones de partido” o, especialmente, “plantear un programa”, actualice su teoría a partir de la rica experiencia acumulada y la convierta nuevamente en una herramienta revolucionaria.
En nuestra opinión, más apropiado al momento político actual que vive el comunismo en el Estado español, y seguramente una consigna más adecuada que la de construir una “alternativa política”, sería la lucha por la constitución de un movimiento revolucionario de vanguardia. Un movimiento de vanguardia reorganizado en torno a las tesis comunistas, que debemos actualizar mediante la lucha de dos líneas en torno a las lecciones que nuestra clase nos ha dado a lo largo de su historia. Pero un movimiento de vanguardia, no una “alternativa” a la socialdemocracia -que juega en el escenario de la gran lucha de clases, muy lejos de nuestras capacidades actuales, y que dudamos que el comunismo pueda enfrentar de otra manera que no sea militarmente, una vez exista Partido Comunista-. Introducir confusión, en la actualidad, en el imaginario de la vanguardia, con la noción de que es posible actualmente construir una “alternativa política” articulada en torno a “grandes organizaciones de masas”, es realmente nocivo: alternativa implica que hay algo revolucionario en positivo que se puede ofrecer, y eso hoy, como hemos comentado, es falso: se ofrecen tesis, mezcolanzas teóricas viejas mezcladas con ideas recogidas del mundo actual que no han sido pasadas por el filtro marxista, etc[8]. La independencia que necesitamos conquistar no es principalmente política frente a la socialdemocracia como proyecto, sino más bien ideológica frente a las concepciones burguesas del mundo que pueblan la vanguardia teórica. Si el comunismo revolucionario está muy lejos de ser hegemónico entre la vanguardia, y el reformismo, el revisionismo, el anarquismo o el feminismo (por poner algunos ejemplos) siguen siendo hoy parte fundamental de la cosmovisión general de aquellos que dicen querer transformar el mundo, ¿cómo es posible que podamos los revolucionarios disputarnos masas con los sectores burgueses de la clase trabajadora que dirigen el Estado burgués? ¿Es posible disputar esas masas hoy en día a un enemigo de esa envergadura en nombre del comunismo? Quizás en nombre de una política más justa o radical en el frente de la vivienda sí sea posible, pero, como comentaremos más adelante, eso no tiene nada que ver con los objetivos del comunismo.
Para que el proletariado revolucionario pueda eliminar a la socialdemocracia —en todas sus expresiones y por cualquier vía posible—, primero debería lograr que la vanguardia sea capaz de generar revolución nuevamente, lo que requiere desterrar previamente las ideas reformistas o revisionistas de su imaginario común. Esto, como intentamos demostrar, no es la situación en la que nos encontramos. En segundo lugar, sería necesario que el proletariado tuviera la capacidad de operar en un radio de actividad que le permitiera crear organismos de masas capaces de presentar al Partido Comunista y su estrategia militar como una alternativa inmediata al reformismo y a la conciliación con el Estado. ¿Podemos decir que esto es así hoy? ¿Podemos afirmar que estamos en condiciones de proponer a la clase obrera —organizada sindicalmente, por ejemplo, en torno a la problemática de la vivienda— que la solución no radica en nuevas leyes, sino en la expropiación inmediata de bloques completos por vía armada, bajo la dirección del Partido, y en la creación de órganos de Nuevo Poder proletario alrededor de ellos? ¿Está hoy en día la vanguardia capacitada ideológica, política, y no digamos militarmente, para plantear una política a esta escala? Porque nosotros creemos que esta es la única y auténtica política revolucionaria posible en esta materia en concreto. En esta línea podrá ir el programa que permitirá a las masas de la clase obrera comprender, de forma clara, que el reformismo no resuelve en absoluto el problema de la apropiación privada. Les dará las herramientas para tomar el mundo en sus propias manos, no limitándose a detener desahucios —una tarea muy necesaria y loable, pero para la que los comunistas no somos imprescindibles—, sino construyendo casas y barrios enteros por la fuerza del fusil, fuente de todo poder, si somos coherentes con nuestra propia tradición. Desde luego, es evidente que no podemos ofrecer nada de esto hoy por hoy, por mucho que por supuesto lo deseamos. Y si no tenemos nada de esto en cuenta, creemos que la única salida es la rebaja del programa comunista, la defensa de acuerdos mínimos, o caer en contradicciones como criticar acertadamente el espontaneísmo y el reformismo de Anticapitalistas pero aplicar una línea política que busca disputarse directamente sus masas y que no está en unidad con el estado de desarrollo de la ideología revolucionaria.
A nuestro juicio, si es posible que hoy se postule una línea política a esa escala, es el resultado de haber aceptado exclusivamente una derrota parcial del comunismo -su derrota política-, pero no su derrota integral, que es ante todo ideológica . Y, derivado de este análisis, dar por válido el marxismo, de una u otra manera, tal y como lo hemos heredado después de más de un siglo de revoluciones comunistas. Sin embargo, precisamente por esto, y tomando como referencia la defensa de la independencia del proletariado que el MS lleva intentando abanderar durante los últimos años, creemos que es necesario preguntarse si la recuperación de ese espacio sustantivo e independiente de la clase no necesita todavía más pasos previos.
¿Partido Comunista de masas o Partido de vanguardia?
Por otro lado, creemos también importante señalar que esta tendencia hacia la aplicación de una línea política fundamentada en la ausencia de independencia ideológica y donde la vanguardia, de una manera o de otra, desciende al estado de conciencia de las masas, deja traslucir una determinada concepción sobre el Partido Comunista.
En nuestra opinión, las críticas acertadas a las posiciones de Anticapitalistas mencionando que “el partido revolucionario no puede surgir del movimiento espontáneo” conviven con la idea de que “sin un movimiento de masas en ascenso, un partido comunista sería débil. Pero sin un partido comunista, el movimiento de masas está descabezado.”[9] Esta afirmación liga la reconstitución del Partido Comunista a la existencia de un movimiento de masas en auge y, lo que es más problemático,hipoteca la construcción de vanguardia a la presencia permanente de los comunistas en las organizaciones de resistencia, en una falsa creencia de que, participando de ellas, estimulando su potencial, hay mayores y mejores mimbres para nutrir y construir el Partido Comunista.
De todo este planteamiento se deriva la idea de Partido Comunista que el MS está planteando: el Partido Comunista de Masas. Desde el punto de vista de la LR, y creemos que hay experiencia histórica que lo justifica, el comunismo desde 1917 siempre ha postulado un Partido de Nuevo Tipo, como fusión de vanguardia y masas. Los modelos de Partido-sindicato, como el SPD, donde las organizaciones de masas cohabitaban en relativa paz con el Estado burgués, tuvieron un encuadre muy determinado en tiempos de ascenso del movimiento de masas y de configuración de la clase obrera como clase económicamente independiente, pero fueron superados históricamente por el Partido de vanguardia una vez el ala izquierda alemán y el bolchevismo encarnan la vía revolucionaria. De hecho, todo el aparato cultural y político del SPD acaba, al mismo tiempo, plenamente integrado en el Estado alemán, algo que nos debería hacer reflexionar. Si Mario y el MS siguen insistiendo en no aceptar hasta las últimas consecuencias la tesis leninista de que el Partido se reconstituye desde fuera del movimiento espontáneo -que no de la clase, porque la vanguardia es parte de la clase-, creemos que seguirán atados a esta concepción del Partido como suma de frentes de masas, absolutamente inoperativa para generar revolución hoy, pero funcional a ese modelo reformista de Podemos que, paradójicamente, le critican a Anticapitalistas.
Además, esta concepción del Partido no tiene en cuenta una cuestión histórica fundamental, que es la transformación del movimiento espontáneo en correa de transmisión directa de las ideas burguesas y de sujeción de las masas al Estado burgués. Históricamente -y, podríamos decir también políticamente, al menos en los centros imperialistas europeos- desde la formulación del Partido Comunista como estado mayor del proletariado, el movimiento económico de la clase -y, de suyo, su organización clásica, el sindicato- es un movimiento en esencia reaccionario que sirve a los intereses de la aristocracia obrera y cumple la función de encuadramiento de masas en la legalidad burguesa. Esto no es inmediatamente lo mismo que negar el carácter legítimo de las expresiones de lucha de la clase en cualquier frente de su vida, que son el efecto lógico y necesario de la explotación capitalista, pero sí tiene hondas implicaciones para el trabajo comunista y la disposición de medios y herramientas para la construcción de vanguardia. Se trata más bien de comprender que las “preocupaciones sectoriales y las luchas económicas” tienen una lógica inherentemente reformista, parcial, de integración y asimilación en las estructuras del aparato burgués, y, por tanto, todo “carácter político” que pueda englobarlas tiene que ser por consecuencia reformista.
En nuestra opinión, el MS está demostrando más bien una comprensión del movimiento espontáneo como un ente neutral que puede ser disputado, que no dispondría de una ideología determinada (ni revolucionaria, ni reaccionaria), y que bajo ciertas condiciones podría ser dirigido por la vanguardia comunista hacia la revolución. Pero, parafraseando a Lenin, no existen ideologías intermedias entre la ideología revolucionaria y la tradeunionista. Por eso, el mejor representante del movimiento espontáneo de las clases medias proletarizadas es la socialdemocracia, y si alguien busca “representar” o imprimir un “carácter político” a esas demandas económicas de por sí estrechas y parciales debe rebajar su discurso y su programa al estado de conciencia de las masas, que es, por definición, tradeunionista.
Esto es, ni más ni menos, lo que lleva intentando hacer el Movimiento Comunista desde la caída del Muro de Berlín con un resultado lamentable, como no podía ser de otra manera. Rebajar su programa a las necesidades inmediatas de las masas en una falsa ilusión de poder integrarlas. Si la conciencia no es capaz de generar revolución hoy y la línea política se establece en disputarse con la socialdemocracia un movimiento espontáneo neutral, nos preguntamos ¿qué diferencia sustancial hay aquí entre el MS y los ejemplos constantes de fracaso tras fracaso del revisionismo durante estos últimos 30 años? Se trata de una pregunta crucial que todos los comunistas deberíamos realizarnos a la hora de disponer nuestras fuerzas en un proyecto político, puesto que la historia del Movimiento Comunista contiene, desgraciadamente, demasiados momentos de optimismo sustentado en tesis aparentemente justas que han coexistido con un despliegue errático de las mismas. ¿Cuáles son las razones de esta aparente incapacidad? ¿Las anteriores experiencias fracasaron por incapacidad individual, sectarismo, composición sociodemográfica…? Nosotros pensamos que no se trata de ninguno de estos aspectos que en el fondo aluden a cuestiones de método, sino que, más bien, en todo esto en realidad no hay una contradicción puesto que en el fondo del asunto hay un problema de contenido: la necesidad de reelaborar dichas tesis, la teoría marxista, sigue sin ponerse en el centro de nuestras tareas.
En este sentido, la Línea de Reconstitución ha defendido siempre que la vanguardia debe generar todo un movimiento revolucionario de nuevo tipo desde la conciencia revolucionaria. Un movimiento que empiece por la vanguardia, que recomponga su actual estado de postración ideológico y político, y que, progresivamente, se vaya fundiendo con cada vez más sectores de la clase para generar un movimiento obrero revolucionario. Pero el punto de partida no puede ser el movimiento de resistencia de la clase,sino la independencia de la vanguardia, que tiene como primer paso, en la actual fase de la revolución, la escisión de las ideas, dinámicas e instrumentos del movimiento de masas. Esto no significa, ni mucho menos que los comunistas no deban, en función del análisis concreto de la situación concreta, realizar actividades de agitación y propaganda, participar o hacer incursiones de uno u otro tipo allí donde esté la vanguardia. ¡Esto es un principio de todo trabajo comunista, que es ante todo un trabajo de masas! Y es parte de la crítica que defendemos frente al Comité por la Reconstitución, inmerso en un ocultismo sectario gracias, entre otras cosas, a una lectura ultraizquierdista de esta tesis básica de la LR.
Pero sí es sumamente importante, debido al carácter de las tareas comunistas hoy, que los revolucionarios comprendan qué significa verdaderamente el movimiento económico de la clase bajo las condiciones del imperialismo, y luchen por trabajar en la construcción de la vanguardia por fuera de las tareas que aquel se autoimpone continuadamente como parte de lanormalida de la sociedad burguesa.La Línea de Reconstitución plantea que, desde la posición independiente de la vanguardia, ideológica y políticamente hablando, deberemos ir creando todo un entramado social que irá constituyendo un movimiento revolucionario que desembocará en la reconstitución del Partido Comunista. Pero, para que quede claro la diferencia respecto de los planteamientos que está objetivamente aplicando el MS, ese movimiento revolucionario se constituirá en oposición al movimiento espontáneo de la clase, buscará su destrucción conquistando masas para las organizaciones del Partido -que ahora sí estarán justificadas porque se habrán cumplido etapas previas necesarias-. Por ilustrar todo esto con un ejemplo histórico de nuestra clase, el Partido Comunista del Perú (PCP) dirigió la fase final de reconstitución del PC y el inicio de la Guerra Popular contra las organizaciones de masas del movimiento de resistencia, que cuando la revolución fue un hecho se convirtieron de pleno en organizaciones antirrevolucionarias. El PCP contaba con sus propias organizaciones de Partido y su propio movimiento revolucionario, pero no había sido creado desde “la elevación de la lucha económica a la lucha política”, sino desde la más firme defensa de la independencia de la vanguardia en su actividad, de arriba a abajo.
Finalmente, por señalar otro punto que nos parece importante, esta tesis gradualista de reconstrucción del Partido -básicamente, como acumulación progresiva de masas en frentes de resistencia bajo una dirección política unificada-, corresponde también con otra afirmación del artículo donde se propone que la tarea de los comunistas para lograr ese objetivo es “la unificación de destacamentos comunistas en torno a principios firmes”[10]. Esta tesis es también sorprendente y contradictoria con el acento que el MS parece haber puesto en el estudio de la teoría revolucionaria, así como en la publicación más o menos continuada de material objeto de discusión sobre temáticas relevantes de la lucha de clases. Si la ideología proletaria es sumamente central en la actividad de la vanguardia, la unificación de los comunistas nunca puede ser el punto de partida. Si convenimos que existe una Línea General del comunismo que debe ser rearticulada para que pueda responder a las necesidades de la lucha de clases, la cuestión a tratar no es solo “los principios firmes”. Es obvio que el comunismo siempre ha tenido unos pilares graníticos, pero también es obvio que su corpus no son solo principios, sino que en su puesta en práctica la teoría sufre lógicas deformaciones, osifica límites que deben ser estudiados, o integra errores o tácticas coyunturales. Como decíamos antes, si el estado del comunismo es de derrota general, y ante todo de derrota ideológica, el primer paso siempre ha de ser la lucha, nunca la unificación. La unificación presupone la existencia de una teoría revolucionaria operativa, como, en general, creemos que Mario y el MS hacen e intentamos demostrar, pero esto es algo que lleva siendo falso desde hace unas cuantas décadas. Por ello, la Línea de Reconstitución siempre ha planteado el esquema lucha-unidad-lucha, empezando por la discusión abierta en el seno de la vanguardia en torno al Balance de la experiencia revolucionaria de la clase proletaria. Esta tesis es más bien la Reconstitución del Partido Comunista (ideológica y política), no la de su reconstrucción política, basada en los acuerdos y dando por supuesta la ideología.
A modo de conclusión
En resumen, creemos que actualmente no es posible plantear, al menos en los términos en que lo está haciendo el MS, que la creación de “una alternativa política” sea la tarea fundamental de los comunistas hoy. En un plano histórico-general, podríamos estar de acuerdo en tanto la reconstitución de Partidos Comunistas es un objetivo estratégico fundamental. Pero el problema está en la tarea que nos damos como comunistas ante la realidad actual, los objetivos que nos marcamos y los pasos para conseguirlos como tarea actual. En ese nivel, no es posible hablar de alternativa política cuando hay clarísimas y necesarias tareas ideológicas que abordar previamente, debates que no pueden eludirse, y un paradigma teórico heredado de más de 150 años de historia de Comunismo que es totalmente inoperativo para relanzar la Revolución hoy. Si acordamos que el comunismo está derrotado ideológicamente a nivel general, por mucho que haya pequeños motivos para la esperanza, al menos, en el Estado español, tenemos que acordar igualmente que el comunismo no está en condiciones de ofrecer ninguna opción de poder crear “una alternativa política” hoy por hoy, de operar a una escala social tan amplia como el MS, de algún modo, se está planteando hacer.
No es en absoluto coherente admitir que el proletariado hoy no dispone de su Partido Comunista -como parece afirmar ya una buena parte del Movimiento Comunista del Estado español, incluido el MS-, y a la vez plantear un trabajo político, una línea de masas, que no tenga verdaderamente en consideración esto y vincule de manera correcta medios y objetivos.
Si nos tomamos verdaderamente en serio la inexistencia de Partido Comunista y el estado de derrota ideológica del proletariado, el primer paso, el paso que el comunismo, ni internacional ni estatalmente, ha cumplido hoy es el de su Reconstitución Ideológica. Este periodo sustantivo denominado, planteado desde hace 30 años por la Línea de Reconstitución, no se trata de un periodo de la teoría para la teoría. Ni mucho menos. Esta ha sido la lectura oportunista que de manera general han hecho quienes no estaban de acuerdo con las tesis de la LR. De hecho, la LR ha demostrado, (con las dificultades que nosotros mismos hemos expuesto y criticado en el último número de Adelante) que ha sido capaz de responder a los interrogantes que la revolución hoy tenía encima de la mesa e ir organizando de manera paulatina un incipiente movimiento de vanguardia. Esto es diametralmente opuesto a la actual política del Movimiento por la Reconstitución, donde las necesidades de erección de ese movimiento político mediante la discusión de Línea General de la revolución se han vuelto secundarias en favor de la tarea de creación de un cuerpo dogmático antimarxista que hemos caracterizado como línea teoricista. Más bien, y entre otras cosas este es el núcleo de nuestra escisión respecto del MxR, la fase de Reconstitución Ideológica tiene que ver con resolver las cuestiones teóricas que imposibilitan la creación política del Comunismo, pero son las cuestiones prácticas de reorganización de la vanguardia como movimiento prepartidario las que determinan qué asuntos debemos de resolver, apoyándonos siempre en la experiencia revolucionaria del proletariado para ello. La Reconstitución Ideológica se enfoca y se encara en función de la Reconstitución política del Comunismo; esto es, de la organización, primero, de ese movimiento de vanguardia prepartidario del que venimos hablando, y de la recuperación del Partido Comunista, después. De qué pasos, de qué interrogantes, debemos resolver para cumplir esos objetivos fundamentales.
Por tanto, creemos que más que una “alternativa política” de masas a la socialdemocracia y a la reacción[11], lo que necesitamos es constituir un Referente político de la vanguardia marxista-leninista, todo un movimiento prepartidario de los comunistas, en torno a la hegemonización del comunismo revolucionario en la vanguardia. Esto incluye, por supuesto, la lucha sin cuartel contra el auge del socialchovinismo y la defensa del internacionalismo proletario frente a la etapa de guerra imperialistas que se está abriendo. Pero, ante todo requiere, y más en este escenario tan oscuro que tenemos a nuestro alrededor, que definamos qué organización revolucionaria necesita la vanguardia hoy para relanzar la Revolución Proletaria. Pero este objetivo político nosotros creemos que es muy diferente, en cuanto carácter del momento actual, medios y objetivos, de esa alternativa política en los términos en que la está proponiendo el MS a la vanguardia. Y, honestamente lo decimos, lo urgente atenta contra lo necesario, tal y como planteaba Mario Aguiriano nuevamente en otro artículo la semana pasada[12]. Los cantos de sirena son fáciles de escuchar, sobre todo cuando la socialdemocracia española está dejando un hueco más o menos amplio donde operar y se dispone de una fuerza política muy relevante desde el punto de vista de la reciente tradición del MCE. Desde el punto de vista del comunismo, el objetivo no puede ser ocupar ese espacio, con todas las implicaciones que tiene de sustitución política de la socialdemocracia y de integración en el Estado. Pero es una tendencia que hemos intentado demostrar que corresponde con toda una cosmovisión concreta. Desde el punto de vista del marxismo, lo primero es siempre preguntarse hacia dónde se están dirigiendo esas masas, si realmente es el horizonte comunista, y en torno a qué planteamientos se las está organizando. A pesar de esos cantos de sirena, la realidad del comunismo en el Estado español es tozuda, y si el ánimo antirrevisionista es verídico, siempre será mejor optar por no escucharlos.
Como hemos comentado de manera preliminar, hay ciertas tesis que para nosotros nos parecen fundamentales para rearticular el comunismo hoy. Si el objetivo es ese Referente de vanguardia que ya el Movimiento Antiimperialista (MAI) plantease en 2013 -y que el MxR hizo suyo entre el periodo 2014-2019, para vergüenza actual del Comité por la Reconstitución que ha renunciado por completo a él-, primero los revolucionarios tenemos importantes tareas ideológicas que realizar a una escala social que hoy no traspasa, en términos generales, las fronteras de la vanguardia, en concreto de la vanguardia teórica. Y si el comunismo hoy necesita transitar todavía todo este periodo importantísimo de preparación, la línea de masas que la vanguardia debe implementar ha de ser en función de aquel, y esto hace imposible que pueda formular una política concreta para el conjunto de la clase. Y es importante tener en cuenta todo esto, porque si no discutimos sobre ello u obviamos esta realidad y mantenemos una determinada línea política, por desconocimiento o por puro oportunismo, es evidente que estamos cargando al conjunto de la clase -aunque casi no tengan noticias de nosotros-, y, ante todo, a cada vez más comunistas, de falsas esperanzas que no pueden ser por ahora cumplidas.
En cualquier caso, la necesidad de definir y acotar los objetivos políticos de la vanguardia y de defender un verdadero periodo de preparación, no puede ser en absoluto leído como una apología de la derrota, ni mucho menos. Más bien, una advertencia -que no es nueva, igual que no lo es la Línea de Reconstitución- sobre cuál es la situación actual que los comunistas necesitamos aceptar cuanto antes. Engañarse sobre nuestras capacidades puede ser un caramelo a corto plazo, una cierta bomba de oxígeno, pero no disipa ni mucho menos el problema, más bien lo agrava y profundiza, y nos sigue metiendo en callejones sin salida, tal y como llevamos la friolera de más de treinta años. Sin mimbres, escondiendo nuestras vergüenzas y no abordando las dudas, discusiones y desafíos ideológicos que tenemos, el puerto al que llevaremos el barco probablemente no tenga agua.
Hoy es más que necesario escindirse de los movimientos de resistencia, del culto a los movimientos espontáneos, en términos de sus concepciones, formas de hacer política, herramientas, para cumplir las tareas que tenemos por delante. Por supuesto que como el artículo espeta a los reformistas de Anticapitalistas “es mejor intentar lo difícil que engañar a la gente con lo imposible”, pero lo difícil también es asumir que estamos ante un periodo y unas tareas mucho más complejas, laboriosas, y a largo plazo, que las que pueden en un principio pensarse. Sí, esto es una realidad, pero también una garantía de que realmente dirigiremos a nuestra clase a la revolución social, y no al enésimo episodio de desafección, o, lo que es peor, a la desintegración, de uno u otro modo, en las estructuras del mundo burgués. Para la Línea de Reconstitución, ese “salir de la derrota” que reza el lema de la manifestación de la Coordinadora Juvenil Socialista (CJS) de este próximo 14 de diciembre requiere, antes que nada, aceptar la situación del comunismo hoy y defender el proyecto de su reconstitución ideológica y política. No como un eslogan vacío, sino tratando de concretarlo, de acometer la tarea de definir qué organización revolucionaria necesitamos hoy. Si es nuestra responsabilidad, apelaremos siempre “a la confrontación abierta entre puntos de vista, la clarificación política y la crítica rigurosa de nuestro legado histórico”. Y seguiremos comprometiéndonos con la clarificación ideológica que creemos que la vanguardia necesita.
Redacción de Adelante
8 de Diciembre de 2024
- Si bien es cierto que en estos últimos años la LR ha estado relativamente ausente de los debates públicos en el seno de la vanguardia, incluso cuando se ha discutido acerca de elementos que atañen a cuestiones universales y generales del marxismo como concepción del mundo, esto se ha debido fundamentalmente a la consolidación de la línea teoricista en el Movimiento por la Reconstitución (MxR), la cual ha conducido al mismo hacia un sectarismo solipsista que contempla con indiferencia el entorno social de vanguardia que le rodea. Nada más lejos de esta postura se encuentra la tradición de la LR, pues durante décadas siempre ha promovido la lucha de dos líneas con diversos sectores de la vanguardia de la manera más activa, procurando su realización desde la sana crítica entre revolucionarios y con el máximo rigor teórico.
- Nos referimos especialmente a las discusiones suscitadas a raíz de la publicación de las bases estratégicas del Movimiento Socialista (MS) en Euskal Herria, contenidas en Nueva estrategia socialista. Bases estratégicas para la composición internacional del comunismo. En dicho documento se asienta una determinada visión estratégica que ha venido siendo confrontada ideológicamente por distintos destacamentos de la vanguardia. Entre ellos y con amplio detalle, Grupo Barbaria en ¿Una nueva estrategia socialista?..
- Mario Aguiriano, Por dónde (no) empezar: Del economicismo… ¿al Podemos 2.0?, Contracultura. Disponible en: Por dónde (no) empezar: Del economicismo… ¿al Podemos 2.0?.
- Y bajo esta consigna también han convocado este próximo 14 de diciembre una movilización en Madrid capital.Desde la Redacción de Adelante queremos hacer constar que esta iniciativa es casi una excepción desde hace tiempo en el MCE, y creemos que, en este contexto, es positiva también la discusión en torno a algunos de los elementos que el MS está planteando al conjunto de la vanguardia.
- Ibídem, p. 19.
- Ibíd., p. 4.
- Ibíd., p. 5. La negrita es nuestra.
- Quisiéramos también hacer notar que el lenguaje es importante y siempre deja entrever las ideas que están detrás. No es una cuestión logomáquica sino política. Alternativa es una palabra que se construye en oposición a algo, pero que precisamente guarda una relación de dependencia con ese algo, y si ese algo desaparece, quizás su razón de ser pierda sentido. Nosotros creemos que el comunismo como movimiento político se justifica desde sí mismo, es una afirmación constante de la necesidad radical de un mundo nuevo. Independientemente del contexto social, histórico, político en que viva la sociedad burguesa, su existencia y proyecto está plenamente justificado. No requiere crear un otro para afirmarse. Y, por ejemplo, el proyecto comunista puede acabar reduciéndose a exclusivamente un proyecto de oposición a la socialdemocracia, a uno u otro estado particular de la lucha de clases, y no a un proyecto integral de toda una clase revolucionaria.
- Ibíd., p. 15.
- Ibíd., p. 19.
- Que, por cierto, son una y la misma cosa, o si no estaríamos otorgándole a la socialdemocracia el beneficio de la duda, de nuevo un carácter neutral, como si estuviéramos criticándoles por no ser suficientemente coherentes con sus planteamientos, levantando la bandera del comunismo como quienes sí aplicarán coherentemente sus principios.
- 14-D: lo necesario y lo urgente.